En nuestra dulce
Luna de Miel pasamos dos semanas en Escocia, uno de los países más sobrecogedoramente bellos, misteriosos y románticos del mundo. Y si merece la pena recordar especialmente uno de sus rincones, ése es la espectacular isla de Skye.
Allí, en un día brumoso y húmedo, nos refugiamos en una pequeña taberna situada junto al mar (precisamente en una de esas casitas rosas que veis en la foto), y pedimos una humeante y reconfortante sopa que nos supo a gloria. A nuestra vuelta, probé, investigué y experimenté, hasta que di con una receta lo suficientemente parecida a aquella para que cuando, todavía hoy la comemos, nos transporte como por arte de magia a aquel precioso paraje de los Highlands escoceses.
Nest Point,
el faro más occidental de Escocia. No descartamos volver allí algún día y perdernos por alguno de los caminos que llevan a Nest Point, ese faro que Virginia Woolf describió así:
«Lloverá –recordaba a su padre diciéndolo–. No podréis ir al Faro.» El Faro era entonces una torre brumosa, plateada, con un ojo amarillo que se abría de repente, delicadamente, al anochecer. Ahora… James miraba al Faro. Veía las rocas, blancas de espuma; veía la torre, erguida, recta; veía que tenía ventanas; veía incluso ropa tendida sobre las piedras, puesta a secar. De forma que, por fin, esto era el Faro, ¿no? No, lo otro también era el Faro. Porque nada era sencillamente una sola cosa. También el otro era Faro. A veces costaba verlo desde el otro lado de la bahía. Al anochecer levantaba uno la mirada y veía cómo el ojo parpadeaba, y la luz parecía llegar hasta ellos en aquel jardín soleado y fresco en el que se sentaban.
Fragmento de "Al Faro" (To the Lighthouse", 1927), de Virgina Woolf.
SOPA DE TOMATE DE LA ISLA DE SKYEpara unas 4 personas
Pon en una olla
dos cucharadas de mantequilla. Cuando se derrita, rehoga en ella
un puerro,
una patata mediana y una cebolla grande, todo bien troceado. Cuando las verduras empiecen a dorarse, añade
6-8 tomates de pera maduros pelados o un el contenido de un bote grande de tomates al natural en conserva. Añade también
una cucharada sopera de caldo de verduras en polvo, cubre de agua y cuece hasta que las patatas estén blandas. Tritura añadiendo una cucharada sopera rasa de
pimienta negra recién molida. Prueba antes de servir, y si notas la sopa muy ácida, añade
un poco de azúcar moreno para neutralizarla.
Aparte, haz unas bolitas con
pan rallado, un huevo y un poco de perejil bien picado, y fríelas en un poco de aceite. Cuando sirvas la sopa, decora con las bolitas y muele un poco más de pimienta por encima.