Hoy
voy a dar calabazas a quien se acerque por aquí
. Pero que nadie se sienta
suspendido o
rechazado. Más bien deberíais acercaros bien, a ver si conseguís aspirar el dulce y cálido aroma otoñal de esta rica cremita que traigo...
Mi madre, viajera impenitente, acaba de volver de su último viaje, esta vez a Galicia, concretamente a las Rías Bajas. Y, como siempre, ha venido cargada de regalitos para la familia. Además de una botella de colonia fresca de "La Toja" y unas preciosas pulseritas de caracolas, no ha olvidado traer una pequeña muestra gastronómica de la zona...
Ese magnífico queso, elaborado tradicionalmente con leche de vacas gallegas, recibe el curioso y apropiado nombre de
"Queso de tetilla". No es necesario explicar por qué... Mirad también esas preciosas castañas, recién cogidas. Este paisaje otoñal queda completo si añadimos una buena calabaza y unas setas. Sólo nos queda dar un paseo por el bosque, por una camino flanqueado por árboles de copas ocres y doradas y escuchando el crujir de las hojas secas bajo nuestros pies.
¡Feliz otoño!
CREMA OTOÑAL DE CALABAZA CON QUESO DE TETILLAPara unas 4 personas.
Pela
una calabaza de aproximadamente 1 kg. y córtala en trozos medianos. Haz lo mismo con
2 patatas medianas, una cebolla y un puerro grande. Mételo todo en una olla con un poco de
aceite de oliva, y rehoga las verduras durante unos minutos, hasta que empiecen a ablandarse. Cúbrelas luego con
agua o caldo de verduras y un poco de sal. Deja cocer unos 15 minutos. Tritura bien y añade un poco de
nata líquida. A la hora de servir, corta unos trocitos de
queso (yo hoy he usado el de tetilla, por supuesto) y espolvorea con un poco de
polvo de setas. Si no tienes polvo, también puedes freír unas setas troceadas en un poco de aceite de oliva con un ajito picado y añadirlas al final.
"DAR CALABAZAS"
En la Antigua Grecia, la calabaza se consideraba afrodisíaca, por lo que darlas equivalía a apagar el fuego de la lujuria evitando así los escarceos amorosos. Durante la Edad Media, el clero recomendaba utilizar pepitas de calabaza durante el rezo para alejar los pensamientos impuros y lascivos; incluso se pensaba que mascar sus pepitas contribuía a cumplir el voto de castidad. La expresión siguió tomando forma en tiempos de Cervantes, en los que significaba "desairar" o "no conceder a alguien lo que pide", incluso comenzaba a utlizarse en el contexto del noviazgo. En algunas zonas rurales de Cataluña, cuando el pretendiente no era del lugar, se le invitaba a comer a casa de la chica: si le ofrecían fuego para el cigarro significaba que la familia aceptaba el noviazgo; si se le servía un plato de calabaza, quería decir que el mozo no era bien recibido y se tenía que marchar.