Buscamos alimentos que nos refresquen, que nos aporten los nutrientes necesarios, pero que sean a la vez ligeros y apetitosos.
Hoy os propongo dos platos típicamente veraniegos, que podéis tomar en la misma comida, en menor cantidad, o como único plato, según vuestro apetito.
Voy a dedicar hoy estas dos recetas a mi amiga Joy, que empieza a interesarse seriamente por la comida vegetariana y necesita algunos platos sencillitos para animarse. Estas dos recetas son muy, muy, sencillas. Para encontrar los ingredientes apropiados sólo tendrás que acudir al eco-mercado o herbolario o tienda de alimentación oriental más cercana.
Esta vez no tienes excusa, Joy...!
- dos tazas de garbanzos
- una zanahoria
- pepino cortado en cerillas
- tres cucharadas soperas de miso blanco (El miso, del japonés 味噌 mi es “sabor o condimento”, y so “fuente”) es una pasta aromatizante fermentada y muy sabrosa, hecha con semillas de soja y/o cereales y sal marina. Durante siglos fue considerado un alimento curativo en China y Japón. El miso blanco está hecho a base de arroz fermentado y es el de sabor más suave)
- salsa de soja
- un diente de ajo
- una hoja de laurel
- nachos de maíz
Deja a remojo los garbanzos la noche anterior. Cocínalos con agua, sal y una hoja de laurel. Añade el miso al agua de cocción, retira el laurel y pasa por la batidora hasta conseguir una crema fina. Puedes añadir agua o caldo de verduras si prefieres una consistencia más líquida. Ralla el diente de ajo y añádelo a la mezcla. También puedes usar un bote de garbanzos ya cocidos, y te así te ahorrarás el tiempo de cocción. En ese caso, disuelve el miso en un poco de agua caliente y añade al resto.
Pon a enfriar la sopa en la nevera (o déjala a temperatura ambiente si te gusta más).
Mientras tanto, pon el pepino a macerar con salsa de soja. Ralla la zanahoria.
Sirve en boles adornando con el pepino, la zanahoria, y los nachos de maíz, que le aportarán una consistencia crujiente muy apetecible.