La magdalena es un postre tradicional de la región de Lorena, en Francia. Solían hacerse en una placa metálica con huecos en forma de conchas. Hoy día, suelen cocerse en pequeños moldes de papel rizado.
Se dice que una joven criada llamada Madeleine Paulmier, elaboró en 1775 unos ricos pastelitos para el rey de Polonia, Stanislas Leszczynki. Realidad o leyenda, las “madeleines” o magdalenas son conocidas hoy en toda Europa. Su presencia en la novela de Proust “En busca del tiempo perdido” ("Por el camino de Swann", 1913), en la que el narrador recobra la memoria de su infancia después de oler y comer una magdalena mojada en té, no hizo más que aumentar su popularidad dentro y fuera de Francia. Aquella magdalena desencadenaba ella solita en el narrador la catarata de recuerdos infantiles con la que arranca el libro. Por ello se ha convertido en un símbolo del poder evocador de los sentidos, de la capacidad que puede tener un sabor o un olor de transportarnos al pasado.
La receta tradicional lleva huevos, azúcar, mantequilla, harina, levadura y aroma de limón, y en España es tan popular, que nadie diría que no ha nacido en alguno de nuestros prolíficos hornos.
Y luego está el muffin, que se parece a la magdalena, pero se elabora de forma diferente. También su origen es otro: nació en Inglaterra, y se nombra en recetarios a partir de 1703. Su nombre deriva de la palabra moofin, quizá como derivación del francés moufflet (pan suave). Los muffins son muy populares, tanto en Inglaterra como en Estados Unidos. Y a mí personalmente me encantan, porque admiten toda clase de sabores y mezclas.
Yo he llamado a esta receta “Magdalenas de queso…” porque quiero que nuestras magdalenas de toda la vida, las que desayunábamos o merendábamos ya en nuestra más tierna infancia, amplíen horizontes, y comprueben que esos preciosos moldes de papel rizado, pueden también, como los británicos muffins, dar cabida a todo tipo de ingredientes.
Para 12 magdalenas aproximadamente:
- 180 gr de espinacas cocidas y bien escurridas.
- 200 gr de harina
- 1 cucharada de levadura en polvo
- una pizca de sal
- 1oo cc de leche
- 75 gr de queso parmesano recién rallado y un poco más para espolvorear
- 1 huevo
- 175 cc de aceite de oliva
- un puñado de piñones
En un recipiente, mezclar la espinaca bien picada, la harina, la sal, y el queso rallado. Mezclar bien. Añadir el huevo, el aceite y la leche y mezclar sin batir. Distribuir en los moldes, llenándolos hasta un poco más de la mitad. Espolvorear cada magdalena con más queso rallado y los piñones.
Cocer en horno precalentado a 200 grados durante unos 15-20 minutos (depende de tu horno).
Puedes servirlas acompañadas con una buena ensalada. Sírvelas templadas, con o sin molde. Si prefieres retirarlo antes de servir, espera a que estén a temperatura ambiente. Así, la magdalena quedará intacta.