COCINA OVO-LACTO-VEGETARIANA... Y OTRAS EXQUISITECES.


Yo cocino desde que era una niña. Por aquel entonces, amasaba el pan con arena y agua y lo dejaba secar al sol, con paciencia. Hacía exquisitas sopas con hierbecitas, piedras y agua, y luego se las daba a mis muñecas. Siempre estuvieron muy bien alimentadas.

Hoy sigo cocinando. Y lo hago para alimentar el cuerpo y el espíritu de mi familia, de mis amigos, para procurarles un poquito de salud y felicidad. Y , de paso, para dar cauce a una de las expresiones creativas que más me relajan y que mayor placer pueden llegar a causar en mi querido prójimo: un plato vegetariano, equilibrado, sabroso, aromático, bien presentado … agradable en fin a todos los sentidos.

E incluyo, por supuesto, el sentido común: Obviamente, merece la pena cualquier plan dietético que nos ayude a aumentar nuestra sensibilidad ética, respete más los recursos del planeta y sea potencialmente capaz de hacer desaparecer el hambre. El vegetariano sabe que con su vida diaria contribuye de forma privada, pequeña e indirecta al alivio del sufrimiento humano y animal. Tiene conciencia de que en vez de ser parte de un problema es parte de una solución potencial. No cabe mayor sentido común.

Lo que os ofrezco son pequeños experimentos culinarios que yo misma he ido realizando y recopilando a lo largo de casi veinte años de mi experiencia vegetariana. Por supuesto, casi todos tienen su origen en una receta que un día leí, observé y apunté, escuché, o me fue transmitida por las sabias manos de mi abuela. Pero mi absoluta incapacidad para seguir una receta al pie de la letra (mi madre dice que esto tiene que ver con mi creatividad, pero yo pienso más bien que es por mi afán desmedido de libertad en todos los campos), me ha llevado a escribir mi propio recetario.

Espero que os animéis a cultivar conmigo un arte que es pura alquimia, pura armonía, salud y magia: el arte de la cocina vegetariana.




"Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento." Hipócrates

17.11.10

Strudel vegetariano a la albahaca.

La última vez que estuvimos en casa de amiga Gabriele, merendamos Apfelstrudel.
Siempre me ha encantado este famoso postre, tradicional de la cocina austríaca y alemana. Recibe este nombre porque el relleno va envuelto y enrollado en una masa muy fina de aspecto hojaldrado, que al corte tiene el aspecto de un remolino (Strudel en alemán). Curiosamente, parece que sus orígenes no son germánicos precisamente. Se cree que es una derivación del Baklava (elaborado a base de pasta filo y frutos secos, básicamente), y que proviene nada menos que de la antigua Mesopotamia.

Hoy traigo un Strudel vegetariano. Lo he simplificado porque la masa es un hojaldre que he comprado ya preparado. Por cierto: cuando compréis hojaldre, mirad bien la composición: los hay hechos a base de grasa animal (de cerdo) y otros –mucho más recomendables- a base de mantequilla o margarina vegetal.

Mezcla unos 200 grs de requesón con albahaca bien picada y un huevo batido. Aparte, rehoga todas las verduras que tengas a mano, cortadas bien finas en aceite de oliva. Yo he usado esta vez un calabacín, una cebolla grande, dos zanahorias, una berenjena y un pimiento rojo pequeño. Al final, añade un buen puñado de perejil picado.

Pon la masa de hojaldre sobre el banco de cocina y estírala bien con la ayuda de un rodillo. Extiende una capa de la mezcla de requesón con albahaca, y sobre ésta las verduras rehogadas. Acaba con un puñado de mozzarella rallada.

Enrolla la masa sobre sí misma y píntala con huevo batido. Pincha unos cuantos piñones encima y mete el Strudel en el horno precalentado a 180º durante media hora. Puedes servir con un poco de salsa Pesto (también la venden preparada, si no quieres complicarte la vida).

La mezcla puede variar según las verduras de que dispongas o tus preferencias. También es delicioso con una sola verdura de temporada: coliflor con pasas y nueces, corazones de alcachofas, ...