COCINA OVO-LACTO-VEGETARIANA... Y OTRAS EXQUISITECES.


Yo cocino desde que era una niña. Por aquel entonces, amasaba el pan con arena y agua y lo dejaba secar al sol, con paciencia. Hacía exquisitas sopas con hierbecitas, piedras y agua, y luego se las daba a mis muñecas. Siempre estuvieron muy bien alimentadas.

Hoy sigo cocinando. Y lo hago para alimentar el cuerpo y el espíritu de mi familia, de mis amigos, para procurarles un poquito de salud y felicidad. Y , de paso, para dar cauce a una de las expresiones creativas que más me relajan y que mayor placer pueden llegar a causar en mi querido prójimo: un plato vegetariano, equilibrado, sabroso, aromático, bien presentado … agradable en fin a todos los sentidos.

E incluyo, por supuesto, el sentido común: Obviamente, merece la pena cualquier plan dietético que nos ayude a aumentar nuestra sensibilidad ética, respete más los recursos del planeta y sea potencialmente capaz de hacer desaparecer el hambre. El vegetariano sabe que con su vida diaria contribuye de forma privada, pequeña e indirecta al alivio del sufrimiento humano y animal. Tiene conciencia de que en vez de ser parte de un problema es parte de una solución potencial. No cabe mayor sentido común.

Lo que os ofrezco son pequeños experimentos culinarios que yo misma he ido realizando y recopilando a lo largo de casi veinte años de mi experiencia vegetariana. Por supuesto, casi todos tienen su origen en una receta que un día leí, observé y apunté, escuché, o me fue transmitida por las sabias manos de mi abuela. Pero mi absoluta incapacidad para seguir una receta al pie de la letra (mi madre dice que esto tiene que ver con mi creatividad, pero yo pienso más bien que es por mi afán desmedido de libertad en todos los campos), me ha llevado a escribir mi propio recetario.

Espero que os animéis a cultivar conmigo un arte que es pura alquimia, pura armonía, salud y magia: el arte de la cocina vegetariana.




"Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento." Hipócrates

3.10.10

Risotto a la menta del Capitán Alatriste.



Cuenta la leyenda, que un discípulo de Valerio de Flandes -el pintor de las vidrieras de la Catedral de Milán-, creó en 1574 para el día de su boda, y en honor a su rubia novia, un arroz pastoso color oro, utilizando el mismo azafrán que su maestro usaba para pintar. Así habría nacido el famoso Risotto a la Milanesa, precursor de la infinita gama de risottos que hoy revolucionan la cocina mundial y que dejan en claro que el arroz no es un simple acompañamiento.

Lo de las infinitas variedades para preparar un risotto está lejos de ser un mito. No sólo se pueden variar los sabores; también los puntos de cocción, la consistencia y la textura. En definitiva, el risotto es un plato muy lúdico. Por eso, yo he experimentado con él hasta cansarme. El risotto que hoy os recomiendo es producto de la imaginación más desbordada. Echadle imaginación también. Cambiad la calabaza por setas, calabacines, puerros o pimientos, cambiad el tipo de queso, ….

Y dejadme que este rico y aromático risotto se lo dedique a mi admirado Capitán Alatriste, que por la época y los lugares en que vivió, bien pudo haberlo saboreado entre batalla y batalla.

RISOTTO A LA MENTA DEL CAPITÁN ALATRISTE



Para 4 personas aproximadamente.

- un puñado de arroz redondo por persona.
- un puñado de menta fresca.
- 1 l. de agua aprox.
- una cebolla fresca picada finamente
- un buen trozo de calabaza cortada en trocitos
- mantequilla o aceite de oliva
- un vaso de vino blanco
- sal, pimienta y unas hebras de azafrán
- queso parmesano rallado

Rehogar la cebolla en una cazuela junto con la mantequilla o el aceite. Añadir la calabaza y rehogar junto con la cebolla. Seguidamente añadir el arroz y remover para que las verduras se mezclen bien con él, siempre a fuego lento. Añadir el vino y esperar que el arroz lo absorba. Mientras, poner a hervir el agua e introducir el manojo de menta fresca, reservando unas hojitas para decorar. Colar el agua y añadir al resto sin dejar de remover. (Cuando incorporemos el caldo o el vino al arroz, éstos deben estar bien calientes, ya que añadirlo frío cortaría la cocción y los granos quedarían deshechos por fuera y duros por dentro a causa del contraste de la temperatura). Disolver el azafrán en un poco de caldo y añadir también. Cocer entre 20 y 25 minutos. Por último, añadir el resto del queso y un poco de mantequilla o aceite de oliva y mezclar bien todos los ingredientes. Rectificar de pimienta y sal en el caso de que sea necesario. Es importante que quede con una textura cremosa. Dejar reposar antes de servir. En el momento de servir, adornar con unas hojitas de menta.