COCINA OVO-LACTO-VEGETARIANA... Y OTRAS EXQUISITECES.


Yo cocino desde que era una niña. Por aquel entonces, amasaba el pan con arena y agua y lo dejaba secar al sol, con paciencia. Hacía exquisitas sopas con hierbecitas, piedras y agua, y luego se las daba a mis muñecas. Siempre estuvieron muy bien alimentadas.

Hoy sigo cocinando. Y lo hago para alimentar el cuerpo y el espíritu de mi familia, de mis amigos, para procurarles un poquito de salud y felicidad. Y , de paso, para dar cauce a una de las expresiones creativas que más me relajan y que mayor placer pueden llegar a causar en mi querido prójimo: un plato vegetariano, equilibrado, sabroso, aromático, bien presentado … agradable en fin a todos los sentidos.

E incluyo, por supuesto, el sentido común: Obviamente, merece la pena cualquier plan dietético que nos ayude a aumentar nuestra sensibilidad ética, respete más los recursos del planeta y sea potencialmente capaz de hacer desaparecer el hambre. El vegetariano sabe que con su vida diaria contribuye de forma privada, pequeña e indirecta al alivio del sufrimiento humano y animal. Tiene conciencia de que en vez de ser parte de un problema es parte de una solución potencial. No cabe mayor sentido común.

Lo que os ofrezco son pequeños experimentos culinarios que yo misma he ido realizando y recopilando a lo largo de casi veinte años de mi experiencia vegetariana. Por supuesto, casi todos tienen su origen en una receta que un día leí, observé y apunté, escuché, o me fue transmitida por las sabias manos de mi abuela. Pero mi absoluta incapacidad para seguir una receta al pie de la letra (mi madre dice que esto tiene que ver con mi creatividad, pero yo pienso más bien que es por mi afán desmedido de libertad en todos los campos), me ha llevado a escribir mi propio recetario.

Espero que os animéis a cultivar conmigo un arte que es pura alquimia, pura armonía, salud y magia: el arte de la cocina vegetariana.




"Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento." Hipócrates

3.10.10

Guisado de patatas con almendras.


"Hijo del Sol"
Hombre andino.
Patries van Helsen

Cuenta una vieja leyenda andina que, en un brutal intento de exterminar a los incas pobladores de las sierras altas chileno-peruanas, los cultivadores del "cereal madre" -la quinoa, junto con el maíz, constituía la base alimenticia de los habitantes del altiplano- les robaban todos los años las cosechas para acabar con sus mujeres y niños por inanición.

Al borde de la extinción, los pobres expoliados clamaron al cielo y éste les envió unas semillas carnosas y redondas que, convenientemente sembradas, se convirtieron en unas preciosas plantas que tiñeron de un hermoso color violeta las escarpadas laderas serranas. Los opresores permitieron el cultivo de las vistosas flores... ¡hasta que pudieron segarlas y hurtar lo que ellos creyeron era una excelente cosecha de verduras!


Casi moribundos, de nuevo los desconsolados campesinos volvieron sus pacientes ojos al cielo y una voz desde lo alto les indicó: "Para premiar a los buenos y burlar a los malos, he escondido los frutos bajo tierra: cavad y comed". Así lo hicieron y hallaron la ansiada recompensa que escondieron en secreto, consumieron con fruición y les permitió recuperar las extintas fuerzas necesarias para ahuyentar al cruel invasor que jamás volvió a importunarles.


Era la humilde planta de la patata, que hoy es el segundo alimento más utilizado del mundo y probablemente el que más hambre ha mitigado en la historia de la humanidad.


GUISADO DE PATATAS CON ALMENDRAS




Para 4 personas aproximadamente.

- 4 patatas medianas
- medio litro de caldo de verduras
- 10 almendras crudas
- 3 rebanadas de pan
- 2 dientes de ajo
- 1 cucharada de pimentón dulce
- aceite
- perejil
- varias semillas tostadas (sésamo, pepitas de calabaza, semillas de amapola...)
- 1 huevo por persona


Cocer los huevos durante unos 12 minutos, cortar en cuartos y reservar.
Freír los ajos, el pan y las almendras en una sartén con un poco de acite de oliva. Luego, pasar a un mortero y machacar junto con el pimentón y el perejil.
En el mismo aceite, rehogar las patatas cortadas en pedacitos. Luego, añadir la preparación anterior y mezclar. Por último, añadir toda la mezcla al caldo de verduras hirviendo y cocer a fuego suave hasta que las patatas estén en su punto.
Adornar con los huevos y con las semillas. Éstas últimas añadirán un delicioso toque crujiente al plato.