COCINA OVO-LACTO-VEGETARIANA... Y OTRAS EXQUISITECES.


Yo cocino desde que era una niña. Por aquel entonces, amasaba el pan con arena y agua y lo dejaba secar al sol, con paciencia. Hacía exquisitas sopas con hierbecitas, piedras y agua, y luego se las daba a mis muñecas. Siempre estuvieron muy bien alimentadas.

Hoy sigo cocinando. Y lo hago para alimentar el cuerpo y el espíritu de mi familia, de mis amigos, para procurarles un poquito de salud y felicidad. Y , de paso, para dar cauce a una de las expresiones creativas que más me relajan y que mayor placer pueden llegar a causar en mi querido prójimo: un plato vegetariano, equilibrado, sabroso, aromático, bien presentado … agradable en fin a todos los sentidos.

E incluyo, por supuesto, el sentido común: Obviamente, merece la pena cualquier plan dietético que nos ayude a aumentar nuestra sensibilidad ética, respete más los recursos del planeta y sea potencialmente capaz de hacer desaparecer el hambre. El vegetariano sabe que con su vida diaria contribuye de forma privada, pequeña e indirecta al alivio del sufrimiento humano y animal. Tiene conciencia de que en vez de ser parte de un problema es parte de una solución potencial. No cabe mayor sentido común.

Lo que os ofrezco son pequeños experimentos culinarios que yo misma he ido realizando y recopilando a lo largo de casi veinte años de mi experiencia vegetariana. Por supuesto, casi todos tienen su origen en una receta que un día leí, observé y apunté, escuché, o me fue transmitida por las sabias manos de mi abuela. Pero mi absoluta incapacidad para seguir una receta al pie de la letra (mi madre dice que esto tiene que ver con mi creatividad, pero yo pienso más bien que es por mi afán desmedido de libertad en todos los campos), me ha llevado a escribir mi propio recetario.

Espero que os animéis a cultivar conmigo un arte que es pura alquimia, pura armonía, salud y magia: el arte de la cocina vegetariana.




"Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento." Hipócrates

3.10.10

Gladiadores vegetarianos.


Nuevos estudios realizados por el paleopatólogo Karl Grossschmidt, de la Universidad Médica de Viena, y publicados en la revista ARCHAEOLOGY , echan por tierra algunas ideas acerca de la alimentación de los gladiadores en la antigua Roma.

El Dr. Grossschmidt ha participado en los trabajos de investigación en el que se considera el único cementerio conocido de gladiadores, una parcela de unos 6.000 m2 en Éfeso, en la parte occidental de la actual Turquía, en el camino que llevaba desde el centro de la ciudad hasta el Templo de Ártemis, una de las Siete Maravillas del mundo antiguo. Aquí se han encontrado los restos de más de 60 jóvenes gladiadores, cuyo estudio reciente servirá para llenar las lagunas en las fuentes literarias y como registro arqueológico sobre cómo murieron los gladiadores. Pero la revelación más sorprendente hace referencia a lo que mantenía vivos a los gladiadores: una dieta vegetariana rica en hidratos de carbono, con suplemento ocasional de calcio.

Los autores contemporáneos de los gladiadores a veces se refieren a ellos como hordearii – literalmente, “hombres de cebada”. Grossschmidt y su colaborador Fabián Kanz han sometido muestras de hueso a un análisis isotópico, una técnica de medida que rastrea elementos químicos como el calcio, estroncio y zinc, para intentar averiguar el porqué de este término. Algunos resultados obtenidos cabe interpretarlos como sorprendentes. En comparación con el promedio de los habitantes de Éfeso, los gladiadores comían más vegetales y muy poca proteína animal. Al parecer, el consumo de una gran cantidad simplemente de hidratos de carbono, como cebada y de legumbres, como judías, fue diseñado para su supervivencia en la arena.

Pero una dieta a base de cebada y vegetales dejaba a los combatientes con un grave déficit de calcio. Para mantener sus huesos fuertes, las fuentes históricas decían que los gladiadores elaboraban brevajes a base de madera carbonizada, rica en calcio. Cualquiera que fuera la fórmula exacta, la cosa funcionó. Grossschmidt dice que los niveles de calcio en los huesos de estos gladiadores eran “desorbitados” en comparación con la población en general. ”Muchos atletas hoy en día tienen que tomar suplementos de calcio”, dice. Ellos también lo sabían entonces”.