COCINA OVO-LACTO-VEGETARIANA... Y OTRAS EXQUISITECES.


Yo cocino desde que era una niña. Por aquel entonces, amasaba el pan con arena y agua y lo dejaba secar al sol, con paciencia. Hacía exquisitas sopas con hierbecitas, piedras y agua, y luego se las daba a mis muñecas. Siempre estuvieron muy bien alimentadas.

Hoy sigo cocinando. Y lo hago para alimentar el cuerpo y el espíritu de mi familia, de mis amigos, para procurarles un poquito de salud y felicidad. Y , de paso, para dar cauce a una de las expresiones creativas que más me relajan y que mayor placer pueden llegar a causar en mi querido prójimo: un plato vegetariano, equilibrado, sabroso, aromático, bien presentado … agradable en fin a todos los sentidos.

E incluyo, por supuesto, el sentido común: Obviamente, merece la pena cualquier plan dietético que nos ayude a aumentar nuestra sensibilidad ética, respete más los recursos del planeta y sea potencialmente capaz de hacer desaparecer el hambre. El vegetariano sabe que con su vida diaria contribuye de forma privada, pequeña e indirecta al alivio del sufrimiento humano y animal. Tiene conciencia de que en vez de ser parte de un problema es parte de una solución potencial. No cabe mayor sentido común.

Lo que os ofrezco son pequeños experimentos culinarios que yo misma he ido realizando y recopilando a lo largo de casi veinte años de mi experiencia vegetariana. Por supuesto, casi todos tienen su origen en una receta que un día leí, observé y apunté, escuché, o me fue transmitida por las sabias manos de mi abuela. Pero mi absoluta incapacidad para seguir una receta al pie de la letra (mi madre dice que esto tiene que ver con mi creatividad, pero yo pienso más bien que es por mi afán desmedido de libertad en todos los campos), me ha llevado a escribir mi propio recetario.

Espero que os animéis a cultivar conmigo un arte que es pura alquimia, pura armonía, salud y magia: el arte de la cocina vegetariana.




"Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento." Hipócrates

13.2.11

Tarta de requesón y fresas con jalea de cereza.

Las fresas son las embajadoras de la primavera. Deliciosas, fragantes y jugosas, las primeras fresas de la temporada nos anuncian el fin del invierno y la llegada del buen tiempo. ¿No te parece la fresa un lujo para el paladar y para la vista? Y además, la fresa destaca por las propiedades beneficiosas que tiene para nuestra salud. La vitamina C, la vitamina E y el betacaroteno – los tres antioxidantes por excelencia – se encuentran en su interior.
Y, aunque los mejores meses para las fresas son abril y mayo, ya en febrero empezamos a verlas en las estanterías de los mercados y las fruterías.
Tómalas simplemente bañadas con unas gotas de limón y un poco de azúcar. Déjalas reposar una hora y disfrutarás de todo su intenso aroma y su delicioso sabor.
O pruébalas en esta tarta de requesón. Un auténtico manjar...



- 500 grs de requesón
- 4 huevos
- 6 cucharadas de azúcar moreno
- 1 cucharada sopera de canela
- la ralladura de un limón
- un puñado de pasas sin semilla
- 250 grs de fresas
- jalea de cereza (o cualquier otra fruta roja)
- mantequilla para engrasar el molde

Pon a remojo las pasas en un poco de agua tibia. Mientras, tritura el requesón con los huevos, el azúcar moreno y la canela. Añade la ralladura de limón y las pasas escurridas. Engrasa un molde con mantequilla y echa la mezcla. Lava las fresas y córtalas en círculos. Cubre la superficie con las fresas. Cuece a horno precalentado, a unos 180º durante una hora o hasta que cuaje. Una vez fuera del horno, calienta la jalea hasta que se vuelva líquida y pinta con ella la tarta.