COCINA OVO-LACTO-VEGETARIANA... Y OTRAS EXQUISITECES.


Yo cocino desde que era una niña. Por aquel entonces, amasaba el pan con arena y agua y lo dejaba secar al sol, con paciencia. Hacía exquisitas sopas con hierbecitas, piedras y agua, y luego se las daba a mis muñecas. Siempre estuvieron muy bien alimentadas.

Hoy sigo cocinando. Y lo hago para alimentar el cuerpo y el espíritu de mi familia, de mis amigos, para procurarles un poquito de salud y felicidad. Y , de paso, para dar cauce a una de las expresiones creativas que más me relajan y que mayor placer pueden llegar a causar en mi querido prójimo: un plato vegetariano, equilibrado, sabroso, aromático, bien presentado … agradable en fin a todos los sentidos.

E incluyo, por supuesto, el sentido común: Obviamente, merece la pena cualquier plan dietético que nos ayude a aumentar nuestra sensibilidad ética, respete más los recursos del planeta y sea potencialmente capaz de hacer desaparecer el hambre. El vegetariano sabe que con su vida diaria contribuye de forma privada, pequeña e indirecta al alivio del sufrimiento humano y animal. Tiene conciencia de que en vez de ser parte de un problema es parte de una solución potencial. No cabe mayor sentido común.

Lo que os ofrezco son pequeños experimentos culinarios que yo misma he ido realizando y recopilando a lo largo de casi veinte años de mi experiencia vegetariana. Por supuesto, casi todos tienen su origen en una receta que un día leí, observé y apunté, escuché, o me fue transmitida por las sabias manos de mi abuela. Pero mi absoluta incapacidad para seguir una receta al pie de la letra (mi madre dice que esto tiene que ver con mi creatividad, pero yo pienso más bien que es por mi afán desmedido de libertad en todos los campos), me ha llevado a escribir mi propio recetario.

Espero que os animéis a cultivar conmigo un arte que es pura alquimia, pura armonía, salud y magia: el arte de la cocina vegetariana.




"Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento." Hipócrates

3.10.10

Tarta de tomate y mozzarella.


Mi amiga Gabriele Schennach nació en los pintorescos paisajes austríacos del Tirol. Y, pudiendo vivir en esas tierras de cuento, se ha venido a vivir aquí, a orillas del Mediterráneo. Algo deben tener estas tierras, porque Gabriele visita con frecuencia su Ehrwald natal, pero siempre acaba por volver. El sol y la costa valenciana le han robado el corazón.


Paisaje de Ehrwald
(Foto Gabriele)

Cuando la invito a cenar, no tarda ni dos segundos en aceptar. Y luego, no he visto una comensal tan agradecida ni con tan buen apetito!

Hoy tengo una receta para ti, Gabriele: Una tarta roja y blanca para una austríaca ya muy “valencianizada”…

Guten Appetit!

- 5 ó 6 tomates bien maduros

- 200 grs de masa de hojaldre

- una cucharada de mantequilla y un poco más para engrasar el molde

- 100 grs de mozzarella rallada

- medio vaso de nata líquida

- 3 huevos enteros

- sal, pimienta y hierbas provenzales

Escaldar los tomates para pelarlos con facilidad. Aparte, batir los huevos, añadir la nata batida, el queso y una cucharada de mantequilla. Salpimentar y mezclar todo bien.

Pelar los tomates, quitar las pepitas y picar. Espolvorear con hierbas provenzales, sal y pimienta.

Extender el hojaldre y forrar un molde redondo para horno (mejor que sea de fondo desmontable). Cubrir todo con el tomate picado, y encima poner la mezcla anterior.

Meter en el horno caliente a 180 grados durante 45 minutos.